La Danza del Cementerio, de Douglas Preston y Lincoln Child

Si John Connolly representa la trasposición del modelo de la novela negra al tema del detective psíquico, el personaje de Aloysius X. L. Pendergast es la puesta al día de la versión más clásica del mismo.
Pendergast es agente especial del FBI, pero la riqueza personal de la que dispone y emplea le hacen más un diletante que un funcionario policial; se mueve en Rolls Royce, dispone de una mansión con jardín en el centro de Nueva York, tiene ilimitados contactos personales que se mueven fuera de los cauces oficiales, y recursos poco ortodoxos con los que investigar los poco ortodoxos crímenes que despiertan su interés, y que casi siempre tienen que ver con lo oculto. Y goza de una autonomía que hace que no responda, al parecer, ante nadie.
Preston es un científico venido a novelista, y sin duda es el motor detrás del racionalismo existente en las novelas de la serie. Child, igualmente desconocido en la literatura, no lo era tanto para los amantes del género de terror; era antólogo de mérito, y en esas antologías mostraba un buen gusto que se notaba no sólo en los autores más conocidos, sino en la recuperación de autores y relatos olvidados, pero que cumplían unos estándares de calidad dentro del fantástico. Los aportes de ambos han creado una serie que tiene un protagonista adictivo.
Porque, y procediendo con el método de muñecas rusas, en cada una de las novelas podemos encontrar uno o varios misterios, que pueden entrar o no en lo sobrenatural, pero también el enigma de quién es en realidad Pendergast y cuál es su historia.
En el caso de La Danza del Cementerio, el asesinato de un periodista por parte de un hombre fallecido dos semanas antes, y cuyo comportamiento se asemeja al de un zombi, y la existencia en un extremo de la isla de Manhattan de una antigua mansión que aloja a una misteriosa secta proporcionan el motor de la historia y el motivo para la presencia de Pendergast en la investigación.
Preston y Child corren un gran riesgo con estas historias. El género del detective psíquico, aquel que investiga lo extraño moviéndose en una racionalidad del método en un terreno sobrenatural, es uno que se agotó, y muy rápidamente, a finales de la década de 1930. Sí, justo cuando aparecía la novela negra. Sus protagonistas tenían un parecido demasiado extremo con Sherlock Holmes y Hércules Poirot, sin gozar de los beneficios literarios de sus respectivos autores. Llenos de manierismos pertenecientes más al siglo XIX que al XX, sus temas eran más los del fantasma victoriano que los de la nueva narrativa de terror, que en ese momento evolucionaba de la mano de Lovecraft, Robert E. Howard y Clark Ashton Smith, por citar a los llamados "tres mosqueteros" de Weird Tales.
Preston y Child superan estos inconvenientes (aunque a veces los rozan) desechando cualquier ambientación anacrónica y reforzando este realismo con el método policial más estricto, representado por los policías D'Amato y su novia, la capitana Laura Hayward; con una aproximación científica a lo sobrenatural, y dotando a su personaje central con una historia propia, que se va desvelando poco a poco, volumen a volumen. Con todo ello han creado una serie enormemente popular, que satisface las expectativas de los lectores y se mueve en un terreno difícil con seguridd y eficacia.

(Cemetery Dance)
Random House Mondadori, col. DeBolsillo
Barcelona, 2011 [2009]
Serie Pendergast nº 9

Portada y sinopsis

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