Ventajas de Viajar en Tren, de Antonio Orejudo

Hasta último momento he estado sopesando si esta novela merecía reseñarse (en positivo, claro; en este blog no se comentan, por norma general, libros que no me hayan gustado). La respuesta es que, a pesar de que acaba como el rosario de la aurora y de que ese mismo final decepciona, sobre todo por contraste con la brillantez de lo que lo precede, el inicio y las historias de la parte central del libro son tan buenas que dejarlas caer en el vacío no sería obrar con justicia.
Que Orejudo era narrador brillante lo sabía antes de enfrentarme a estas Ventajas de Viajar en Tren. Había leído lo que parece ser su obra mayor, Reconstrucción, una novela histórica perfectamente documentada y sin embargo inusual dentro del género. Y Un Momento de Descanso, que mostraba un sentido del humor intenso y una ironía afilada.
En la novela que hoy comento, el humor campa por sus respetos. Helga Pato es una agente literaria que acaba de dejar a su marido en un hospital psiquiátrico. En el tren de regreso se encuentra frente a un teórico doctor del mismo hospital que empieza a divagar por los entresijos de la enfermedad mental y a relatarle una historia delirante sobre uno de sus casos. Llegados a una estación, el supuesto médico baja a por unos bocadillos, no regresa y a cambio deja a Helga una carpeta roja con los casos que componen el libro que está escribiendo.
Esto nos lleva a la propia historia de Helga, la de una frustración por un matrimonio ciertamente psicótico, su superación mediante el éxito como agente literaria (gracias al desarrollo de la idea de incluir publicidad en el texto de los libros), una superación que lleva al crimen.
Saltamos a las diversas historias de la carpeta roja, un libro también demencial pero proclive a ser "mejorado" mediante la inclusión de propaganda farmacéutica. Y de allí a la búsqueda por parte de Helga Pato de su autor, que no es tal médico y en cambio muestra identidades con el enfermo cuya historia se relató al principio de la novela.
Que en su conjunto tenga cierta unidad de propósito es posible. Pero si es así, está mal resuelta en el capítulo final. Cierto, la enfermedad mental es, en pariencia, evidente, pero en muchas ocasiones queda disimulada por cosas tales como el éxito social y económico, por ejemplo. En resumen, vivimos rodeados de psicóticos, si no lo somos nosotros mismos, pero si hay algún otro objetivo en la novela, queda oscurecido o no bien explicado. En mi opinión.
Ahora bien, la historia inicial del supuesto médico podría ser una de paranoia que no hubiera disgustado a Philip K. Dick; la de Helga Pato es igualmente delirante; y los casos intermedios podrían haber dado origen a relatos o incluso novelas por sí mismos. Y sobre todo hay un sentido del humor poco convencional que hace que el lector disfrute intensamente de algunos pasajes.
Por ejemplo, la utilización del lenguaje contractual en el relato de la vida de Helga Pato. O el mordisco a la yugular hacia la crítica literaria, véase:
«La novela fue saludada con simpatía por la crítica, que con la hondura, el rigor y la sensibilidad que caracterizan su lúcido discurso escribió:
»El libro de Ander me ha gustado mucho. Trata de un chico joven que escribe guiones de las cosas que pasan en el telediario, en los partidos, etcétera. La idea es muy original y me ha gustado. También me ha gustado porque pone entre los capítulos como si dijéramos unos anuncios de publicidad que te pueden servir a lo mejor porque quieres comerte una pizza que te apetece y no encuentras en ese momento el teléfono y vas al libro y lo encuentras y mientras esperas la pizza pues lees un cacho. El lenguaje que utiliza es muy rico y variado abundando los nombres comunes o sustantivos, los adjetivos calificativos y los verbos como mirar, decir, pensar, etcétera, por ejemplo.»
Es una lástima que estos elementos brillantes (y hay más) no hayan podido componer una obra totalmente redonda. Una oportunidad perdida, sin duda, pero en mi casa hay varias novelas adquiridas conscientemente para conservar sólo una página brillante. De manera que, con todas las salvedades mencionadas, dejo a su criterio la elección de disfrutar de estos fragmentos y olvidar el resto, o evitarse la decepción que supone su final.

Ed. Alfaguara
Madrid, 2000 [2000]

Hay reedición en Tusquets Editores

Portada y sinopsis

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