Bartleby y Compañía, de Enrique Vila-Matas

Al enfrentarse a una obra de Vila-Matas (sobre todo a las de la última época) se tiene un problema. Si el lector no conoce nada fuera de lo escrito de Vila-Matas, su apreciación se basará en la obra en sí, cosa que no es ningún inconveniente; Vila-Matas brilla con luz propia en el panorama de las letras españolas. Pero no percibirá otra realidad de la obra, una superestructura que se sobrepone a la ficción en sí. Porque, si el lector ha leído, o mejor, escuchado las entrevistas que con un mínimo de profundidad se hacen al autor, y si éste decide "soltarse", percibirá con rapidez que los protagonistas de Vila-Matas, aunque debidamente camuflados (distanciados, diríamos) se empiezan a confundir con el propio autor, y que éste, en su vida "normal" adquiere casi categoría de personaje de una novela continuada que es su propia vida y que tiene su reflejo, aunque sea parcialmente, o modificado, o exagerado, (la ficción, por su propia naturaleza, ya consiste en exagerar) en la obra que Vila-Matas escribe.
Que la vida de Vila-Matas sea en realidad tal y como la relata en las entrevistas o bien un refuerzo ficticio a su ficción, poco importa. Vila-Matas nos relata sobre el papel cosas increíbles pero plausibles. Fuera del papel, nos dice que relata cosas creíbles porque le sucedieron. El lector no sabe si la vida de Vila-Matas es una novela, y sus novelas una mera crónica, pero en todo caso el mensaje que transmite el autor es que él quería vivir en una novela, en un mundo literario y, créanselo o no, lo ha conseguido.
Esto ya sucedía (y lo comentamos en mayor profundidad) con El Mal de Montano. En Bartleby y Compañía sigue las mismas pautas.
Déjenme comentarles, antes que nada, algo sobre la estructura de Bartleby y Compañía. Es una novela singular, puesto que como tal novela consiste en una página y media (lo que redunda en el tema de la misma). El resto del libro son notas a pie de pa´gina, o más bien a final de libro. Muy apropiado para algo que trata del escritor silente.
Porque éste es el tema. Un jorobado (un distanciamiento típico de Vila-Matas: él no es jorobado y por tanto no es el protagonista; entrevistado, relatará todo lo que el jorobado escribe e incluso cosas que no escribió) se obsesiona con la figura del escritor que elige guardar silencio. Por supuesto, no hablamos (aunque se trata) del escritor que nunca ha publicado nada pero se dice tal escritor y amenaza con publicar "algún día", sino de aquél que, habiendo publicado, habiendo "hablado", permanece de repente en silencio, por diversos motivos. La lista es enorme: Robert Walser, Juan Rulfo, Felipe Alfau, Salinger, Rimbaud, Sócrates, Hofmannstahl, Hölderlin, Crane, Cravan, Kafka (traicionado póstumamente en su silencio), etc. Por citar sólo unos pocos.
Por descontado, la novela no termina en esa página y media. Siguen las peripecias de su protagonista en las notas, de manera que no podemos hablar, en sentido estricto, de una antinovela o de un texto adherido a la tesis de la "muerte" de la novela. Es mérito de Vila-Matas hacer que la investigación y el investigador resulten tan apasionantes como lo investigado.
Porque esta novela es apasionante, aunque desafía las convenciones de la ficción. El primero en darse cuenta de lo literarios que son ciertos ensayos es el propio autor, y se propuso y consiguió crear una ficción metaliteraria que parece tener la forma del ensayo pero no abandona del todo las convenciones de la narrativa.
Si en estructura y forma es un texto que no podemos dejar de admirar, la aproximación al tema y el tema en sí no es menos atrayente.
Porque el escritor (y ahí entramos en uno de los temas queridos por el autor, un tema íntimo, diríamos) es un ser peculiar. Por lo general escribe porque tiene algo que decir, pero o no le bastan sus interlocutores "normales" o bien repetírselo a sí mismo resulta insatisfactorio. Pero una vez enunciado públicamente su mensaje, entonces entra en otra realidad que puede ser todavía más insatisfactoria: repetir el éxito, superar la incomprensión, recibir el desagrado o el halago del público, no creer en lo que se ha realizado, no verse capaz de superarlo, quedarse vacío, abrumarse con la responsabilidad de la fama, etc. Existen tantos motivos para callarse como los hay para hablar. Tal vez existan más incluso para permanecer en silencio.
En el caso de Bartleby y Compañía (presidido, como es obvio, por el santo patrón de la inacción, el escribiente Bartleby que "prefiere no hacer" nada), Vila-matas elige guardar silencio hablando, escribiendo. Por eso escribe una no-novela de página y media y expone los motivos y casos para no escribir en las 177 páginas restantes hasta llegar a un punto en el que, como decía Beckett, «hasta las palabras nos abandonan y que con eso queda dicho todo».

Ed. Anagrama, col. narrativas Hispánicas
Barcelona, 20002 [2000]

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

Peke dijo...

Leí algo de Vila Matas hace años, cuando empezó a ser conocido y reconocido. Tengo que confesar que me aburre soberanamente. Escribe bien, claro, eso no se le va a negar, pero me ocurre con él lo mismo que con otros: una cosa es que escriba bien y otra diferente es que me interese lo que escribe.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Peke:
Bueno, los gustos van por barrios, y ante eso no cabe decir nada. Sin embargo, yo distinguiría la primera obra de Vila-Matas y la última que está publicando. Esta segunda es muy metaliteraria, y eso, a mí y a muchos que nos dedicamos a esto, nos encanta. Tal vez, y antes de leer alguna obra de Vila-Matas (a lo cual, por supuesto, no estás obligada), podría despertar tu interés el verlo desenvolverse en alguna entrevista. Te incluyo aquí un enlace a una que se publicó en Quimera:

http://www.enriquevilamatas.com/entrQuimera295.html

No es que esté muy suelto (para eso las entrevistas radiofónicas son mejores, pero quería proporcionarte una de texto), pero aún así puedes percibir ese husmillo de metaliteratura, como cuando dice que "ahora sí que estoy convencido de verdad de que soy idéntico a Hemingway". Y no lo dice en el sentido litarario...
En fin, que tranquila, yo también tengo una lista de autores "consagrados" que me provocan un tedio absoluto...
Un saludo cordial!