El Libro de las Cosas Perdidas, de John Connolly

Es este un libro peculiar, y no sólo porque se aparta formal y temáticamente de la ficción que Connolly nos suele ofrecer, sino porque se trata de una historia que contiene reelaboraciones de los cuentos infantiles clásicos.
Me apresuro a decir que, no obstante, no se trata de un libro infantil. Esta reelaboración es adulta, de modo que su límite mínimo de edad es el juvenil, aunque lo recomiendo a todo público adulto; por lo menos, a todos aquellos adultos que conservan una chispa de la capacidad de maravillarse propia de la infancia.
David es un niño de doce años que vive en la Inglaterra de las inmediatas vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Y a David le sucede algo terrible: su madre enferma, y tiene que asistir a esta muerte lenta. Cuando su padre decide casarse otra vez, y Rose, la madrastra (he aquí otro arquetipo de los cuentos), además le proporciona un hijo, Georgie, el mundo de David parece desmoronarse definitivamente. Es entonces cuando empieza a oír lo que susurran los libros, y cuando empieza a recibir las visitas del Hombre Torcido, una especie de trasunto de Rumpelstiltskin, quien muestra un gran interés por él y su hermanastro; así como apariciones en sueños de su madre muerta, que pide que la rescate del lugar donde está.
Y una noche en que David va al jardín hundido indicado por su madre, ve dirigirse hacia él a un bombardero Junkers 88 en llamas, derribado en el cielo de Inglaterra. Tratando de escapar del impacto, se introduce en una oquedad en la pared, y aparece en un mundo distinto.
Este mundo tiene un paisaje y unas reglas propias, y está compuesto de todos los cuentos infantiles, de todos los libros que David ha leído, aunque extrañamente deformados, evolucionados, más primitivos, telúricos y brutales, pero a la vez más sofisticados. David emprenderá una búsqueda que será a la vez un autodescubrimiento, un viaje de iniciación, pero una búsqueda muy peligrosa para él y para su familia.
Puede que todo sea un sueño que sucede en la mente de David, en coma por el impacto del bombardero alemán. O puede que, en efecto, haya entrado en una tierra de sueños e historias que se ha conformado a medida de sus lecturas. Hay elementos en la novela que pueden apoyar ambas tesis, y el autor deja que el lector escoja la que le parezca mejor. Tampoco es importante. Lo que importa es el paso definitivo de la infancia a la madures que da David, y la constatación de ese paso nunca es totalmente inocente, que tiene sus reglas y riesgos.
Como metáfora, Connolly emplea los cuentos infantiles, que ya de por sí son como una especie de ritos de iniciación a la vez que avisos sobre posibles peligros de la vida, y así como David crece y se hace adulto en la historia, también los cuentos lo hacen (a veces con efectos cómicos, como los siete enanitos tiranizados por Blancanieves, y que son sindicalistas de ideología marxista convencidos), y sus moralejas se hacen menos simplistas.
Pero esta tesis no se impone como una declaración política. Connolly es, sobre todo, un gran narrador, y El Libro de las Cosas Perdidas es una novela que puede ser leída con un sentido de la maravilla intenso, con un ritmo vivaz, con un empleo de la narrativa que atrapa al lector y lo envuelve en un mundo original y nuevo que, sin embargo, reconoce de sus lectoras infantiles.
Connolly no es el primero en "evolucionar" los cuentos de hadas. Como él mismo dice, muchos autores lo han hecho antes, entre ellos la muy añorada Angela Carter. Y esas reflexiones que hace Connolly no lleva a otro punto.
Si un libro necesita un índice es este. Sin embargo no lo tiene en su edición española, y el lector puede quedar sorprendido de que la historia termine en la página 375, cuando el libro prosigue hasta la 541. La inoperancia de ciertos editores no deja de sorprenderme. Porque, ¿en qué podía perjudicar al libro indicar que contiene una entrevista con el autor en la que Connolly proporciona algunas claves de la obra, y además unos estudios del propio Connolly, incluyendo los textos originales, sobre los cuentos de Rumpelstiltskin, El Agua de la Vida, Caperucita Roja, Hansel y Gretel, Los Tres Cabritos, Blancanieves y los Siete Enanitos, Ricitos de Oro, Los Tres Cirujanos del Ejército, La Pastora de Ocas, a Bella y la Bestia, La Bella Durmiente, Childe Roland a la Torre Oscura Llegó, los centauros y las arpías? Estos estudios son pequeñas obras maestras de interpretación y análisis, y muestran su maestría en traspasar esos mitos infantiles a su novela, así como proporcionar claves de interpretación no sólo sobre la historia de David, sino sobre los cuentos de hadas en general. Es un valioso regalo más allá de una novela que ya es de por sí un regalo para el lector y una demostración de la minuciosidad, trabajo y respeto que Connolly emplea en su escritura.
Tal vez esta obra pueda desconcertar a los seguidores de la serie "Charlie Parker" de John Connolly, pero les aseguro que vale la pena leerla. Tendrán ante sí una de las más originales, gratificantes, sensibles e inteligentes novelas que se puedan escribir sobre esos mitos comunes a todos que son los cuentos infantiles.

(The Book of Lost Things)
Eds. Oniro
Barcelona, 2008 [2006]

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John Connolly
¿ Qué sucede cuándo el mundo imaginario de David se convierte en un mundo real ?

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2 comentarios:

Germán Hernández dijo...

Saludos Lluis!

Que hermosa invitación a leer a este buen narrador. Yo que soy un seguidor de su serie negra, las de su atormentado Charly Parker, no me aguanto las ganas de explorarlo en esta nueva vertiente.

Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Germán:
Una alegría ver que somos más los que admiramos a Connolly. Esta novela es ciertamente singular, pero en absoluto infantil. Tiene una conciencia muy clara de qué quiere hacer con los cuentos de hadas y cómo hacerlo. POr lo general estas cosas no son intuitivas, y satisface encontrar en la segunda parte del libro lo que consiste en casi un estudio sobre ese género mítico de la infancia, hecho de tradiciones y miedos ancestrales... Una gozada.
Un saludo muy cordial!