La Noche Boca Arriba, de Julio Cortázar

La Noche Boca Arriba es uno de los relatos de Cortázar más recordados; si bien su planteamiento hoy día parece manido (más que nada porque muchos autores después de él han empleado el mismo concepto), en su época representó un avance argumental, y tiene detalles que hacen único el cuento.
El relato se inicia con un joven que tiene un accidente de motocicleta, por el que tiene que ser hospitalizado y operado. Ya en el mismo momento del accidente, el joven se descubre soñando que es uno de los guerreros empleados como presa en las guerras floridas aztecas mesoamericanas. Este sueño se vuelve recurrente, y el cuento oscila entre los momentos del ingreso y la convalecencia y las peripecias de este otro yo onírico.
Es un tema casi universal, y no es fácil definirlo, porque lleva muchas connotaciones: universos paralelos, universo onírico, incluso viaje en el tiempo o relato puramente psicológico.
El tema, insisto, ha sido tratado abundantemente por otros y variados autores, cosa que no es extemporánea; ya Borges, Bioy y Ocampo descubrieron antecedentes orientales de esta misma sensación de irrealidad que evocan los sueños, y de la incertidumbre de saber si el hombre de la vigilia no será el soñado. No obstante, Cortázar decide dar final al relato, y revelarnos, sin ningún gédnero de dudas ni pie a la especulación, que el accidente es lo soñado y que el universo real es el azteca en el que el que sueña va a ser sacrificado.
Pero presten atención a la sutil subversión de la realidad que conlleva este final. El que sueña es el mesoamericano, el soñado es el motorista accidentado del siglo XX. Y sin embargo, nosotros, como lectores, sabemos que la representación de este accidente, de este motorista  y de su época es la auténtica, es la nuestra; que convertirlo en una fabulación oniríca de un azteca no es sino un prodigio, un milagro, o bien una muestra de que la duda se instaura en el universo de este cuento y en el del lector. Metaliterariamente, este relato es como el gato de Schrödinger: depende del lector para crearlo, para que el universo que presenta colapse y el que sueña sea el guerrero. Pero si ese universo es posible, entonces el lector se encuentra en un mundo soñado.
Ese genio de Cortázar, capaz de no ejercer las mismas genialidades, sino de irlas variando, de tomar toda una panoplia de recursos literarios, es lo que ha hecho al autor argentino el escritor inmortal que es. La Noche Boca Arriba es buena prueba de ello.

En Los Relatos 1. Ritos
Alianza Ed., col. El Libro de Bolsillo
Madrid, 19763 [1956]
Originalmente parte del libro Final del Juego
Texto de La Noche Boca Arriba

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4 comentarios:

Peke dijo...

Leí casi todos los relatos de Cortázar en la veintena, hará unos treinta años, en la editorial Alfaguara (de aquella encuadernaban sus libros en cartón gris y morado) y me encantaban. Era uno de los pocos escritores sudamericanos (medio francés, ya sé) que me gustaban. Para mí siempre será uno de los mejores cuentistas del mundo. Eso sí, Rayuela no me entusiasmó nada. Supongo que era muy joven.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Peke:
Bueno, en primer lugar lo de medio francés es discutible, je, je... Yo diría que era ciudadano universal. Cortázar es uno de los escritores a los que más admiro, si no el que más. Sus relatos son un prodigio, y sus relecturas son siempre frescas y nuevas. Y en cuanto a Rayuela... Hay un punto de inquietud en mi alma respecto a ella. Sigue siendo la gran novela que fue, pero opino que ha envejecido un poco, con lo que habría que reconsiderar su posición dentro de la obra de Cortázar. Pero es algo que requiere meditación, relecturas y poso reflexivo para ver si es así o me equivoco...
Un saludo!

Germán Hernández dijo...

Por variar, siempre das en el clavo. Y qué bueno que mencionas el aporte propiamente dicho en la fabulación de Cortázar. En pleno siglo XX inventar algo es mucho decir...

Concuerdo con vos, hay obras de Cortázar que envejecen mejor que otras... es uno de mis dioses.

Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Germán:
Gracias por tus palabras.
Cortázar fue mucho más que un inventor. Fue el creador de un estilo propio, y el "culpable" de que varias generaciones quisieran escribir como Cortázar... y no lo lograran, claro.
Esa economía de medios que tenía... Ese dejar en suspenso frases, para qué gastar palabras cuando el lector puede completarlas porque ya sabe qué se va a decir. Y el lector las completaba y sabía qué quería decir Cortázar. Uno de los mejores narradores que ha dado el siglo XX.
Y lo del envejecimiento de las obras... No sé, es una impresión personal, y tendría que revisar esa opinión sobre Rayuela, como ya he dicho, con relecturas y calma. Un día de estos.
Un saludo!