Hombre del Sur, de Roald Dahl

(Man from the South)
En Relatos de lo Inesperado (Tales of the Unexpected)
Argos Vergara
Barcelona, 1981 [1979]

El nombre de Roald Dahl es más que probable que les suene. Algunos habrán crecido leyendo en la escuela Las Brujas o Matilda. Otros habrán pasado, también en la escuela o en el cine, por Charlie y la Fábrica de Chocolate.
En cualquier caso, los lectores o espectadores de estas obras habrán podido percibir un leve toque macabro, un punto de oscuridad en su ficción; pero realizado de forma muy personal. También se encuentra en este Hombre del Sur.
El título puede que no les suene, y es difícil que lo hayan leído (las reediciones son parciales y erráticas; y en consonancia con el mercado actual, efímeras). Pero es también más que probable que reconozcan el argumento de inmediato. Lo habrán podido ver en alguna de sus versiones televisivas (dos veces en Alfred Hitchcock Presenta, en 1960 y 1985, y en la serie Relatos de lo Inesperado, en 1979) o, y convenientemente modificado según los gustos de los realizadores, en el sketch final de Four Rooms, con Tim Roth como alucinado protagonista y Quentin Tarantino haciendo el ganso por allí. Porque les aseguro que, aunque no recuerden el título, el argumento es uno que permanece en la mente.
Veamos. En la piscina de un hotel se encuentran el narrador, unos jóvenes cadetes americanos y un hombre maduro vestido de blanco. En un momento dado éste extrae un puro de una pitillera y uno de los jóvenes se ofrece a encendérselo. El hombre lo  interpela diciendo que el encendedor no prenderá con el viento que sopla, y el joven afirma que sí. Y entonces el hombre de blanco propone una apuesta.
A partir de aquí la memoria ya debería haber sido convocada y tendrían que haberse dicho: "claro, es esa historia". Para los que necesiten más datos, digamos que, tras unos dimes y diretes, la apuesta se formaliza: el cadillac del hombre de blanco si el encendedor es capaz de prender diez veces seguidas. Contra el dedo meñique cortado de la mano izquierda del joven si no lo hace.
Ahora sí, ¿verdad?
Nadie ha escrito un cuento como Hombre del Sur, salvo Roald Dahl, que tuvo éxito repetidas veces en sus incursiones en estos relatos de choque, inesperados, tremendamente efectivos, con un gran humor negro, relatos que quedan en la mente del lector, por su ´tensión creciente e insuperable. Son descendientes indirectos de los cuentos crueles de Villiers de l'Isle-Adam, de acuerdo. Pero su construcción es minuciosa, su ritmo perfecto, su escalada precisa, su estilo inimitable, sus conclusiones, lógicas y muchas veces irónicas, inolvidables.
Hombre del Sur es, a mi juicio, la obra cumbre de estos relatos; su proposición extemporánea, su desarrollo que camina por la línea entre la locura y el carácter humano y, sobre todo, la obra de arte que representa en su conjunto, hace de este cuento una obra única en su propio género.

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