Noticias del Imperio, de Fernando del Paso
Norma, col. Verticales de Bolsillo
Barcelona, 2008 [1986]
Noticias del Imperio es una novela extraordinaria. El hecho que relata es un episodio histórico que los lectores actuales (sobre todo no mexicanos) vemos como un espejismo, una alucinación, un castillo construido en el aire, una aventura inverosímil que, sin embargo, fue muy real: la del emperador Maximiliano I de México. Enfrentados a esta que hoy consideramos locura es necesario un baño de realidad, es decir, una novela histórica. Pero es a partir de esta base, que muchas veces se ha hecho mecánica, desde donde Fernando del Paso construye una novela prodigiosa, polifacética y multiestilística.
Estas 1.035 páginas son definidas como una novela coral. Pero es una que, saltando continuamente de personajes y de estilos, se mueve de repente de los protagonistas de la Historia con mayúscula a los protagonistas incidentales, del hecho histórico al clima moral, de lo abstruso a lo concreto, de la minucia a lo significante, de la intención a la acción, de lo introspectivo al exponente. Este movimiento continuo y sorprendente está tan genialmente estructurado que mantiene siempre el interés del lector sin desviarse jamás del tema.
En su variedad estilística hallamos páginas de gran literatura: los monólogos interiores de la emperatriz Carlota, que sobrevivió sesenta años, hasta 1927, al fin del “imperio” y al fusilamiento de Maximiliano, y que demente, mantiene un discurso dirigido a su difunto/no difunto marido, rememorando tiempos previos, épocas de su gobierno y los cambios que se han producido en el mundo desde 1867, un mundo que se ha transformado y que hace que el anterior asemeje una ficción; la batalla de Puebla, expresada como un moderno recuento de las naves homérico pero basado en las diversas clases de suerte que tuvieron algunos de sus protagonistas y que hace del asedio una imagen más vívida que cualquier tipo de descripción; el emocionante relato del jardinero de la finca imperial en Cuernavaca, marido de la amante del emperador, relato poético y conmovedor; la correspondencia (incompleta) de los dos hermanos franceses, uno un intelectual parisino y el otro oficial de Napoleón III destinado en México; el ejercicio metaliterario que supone el capítulo «La Historia Nos Juzgará»; el intercalado de romances, canciones y panfletos en textos y decretos con un efecto complementario y contrastante que multiplica su significado individual y separado.
Estos alardes estilísticos no servirían de nada si Fernando del Paso no fuera, además, un maestro de la palabra, creador de un discurso bello y absorbente, pensado y meditado en profundidad y que, insisto, trasciende a la mera novela histórica. Para saber qué pretende (y consigue) del Paso, tal vez lo mejor sea cederle la palabra:
«"Pero es la historia, en fin, la que nos dice", anota también el dramaturgo mexicano en su prólogo, "que sólo México tiene derecho a matar a sus muertos y que sus muertos son siempre mexicanos". Y así es: el problema no es que en México, tal vez, hayamos vuelto loca a Carlota: el problema es que a ninguno de los dos los enterramos en México. Es decir, ni Maximiliano ─"el último Príncipe heroico de Europa" y "suicida magnífico de su siglo" como lo llama Usigli─ ni Carlota ─la Ofelia que esperaba al Shakespeare que cantara su locura y su tragedia, como decía Pierre de la Gorge─, ninguno de los dos, ni él ni ella, quedaron integrados a esta tierra fertilizada al parejo con los restos de todos nuestros héroes y todos nuestros traidores. Con la advertencia, casi innecesaria, que no todos son héroes o traidores todo el tiempo ni cien por ciento.»
Portada y sinopsis